Aunque cueste de creer hay sitios y sitios y mi misión suele ser sacarle el mayor partido a las escenas y rincones que eligen las parejas para celebrar su gran día. Elegir los colores y olores que harán de la velada única. En este caso, el lugar era mágico y sólo había que darle pinceladas de cariño a los arreglos.
El color de la casa te transportaba a un ambiente colonial así que lo tuve muy claro, imaginé la escena con copas, plumas, flores de aire silvestre y a la vez un toque vintage.
El textil de las alfombras y cortinas le daban calidez al ambiente y siendo una celebración de tarde, las luces y velas acompañarían para tener un ambiente idílico. Los atados de hierbabuena y nardos aromatizaban la escena creando un ambiente ideal!
Os aseguro, que este ambiente transportaba a otra parte, tal vez a Casablanca, donde los novios y los invitados eran parte de una escena mágica y elaborada con mucho cariño.
Siendo una boda diferente a las que estamos acostumbrados, pues Hannah es de Egipto, optamos por un cartel de bienvenida en dos idiomas para no dejar a nadie indiferente, seguido por un arco de aire berebere, con flores exóticas, el camino de velas cítricas y pétalos nos guiaban hacia la balaustrada decorada con caídas de verdes, siguiendo el camino hasta llegar a la parte de jardín donde encontrábamos las sillas para la celebración, con pocos invitados, realmente los indispensables para la pareja al encontrarnos en una situación especial por el COVID19.